Un Éxtasis Infernal: Duki y sus ‘Diablos’ en el Movistar Arena, donde el Lagrimeo y el Ritmo se Unen en una Noche de Trap
Publicado: 23 / 03 /2025Duki, la revelación del trap argentino, se apoderó del Movistar Arena el pasado 21 de marzo, brindando un espectáculo que amalgamó emoción y fuerza en una noche que quedará grabada en la memoria colectiva de sus seguidores. A los 28 años, el ícono del género dio cátedra con su disco Ameri, lanzado el 31 de octubre de 2024, y una selección de sus mejores éxitos, donde cada acorde resonó como un latido en el corazón de miles de fans. Sin dudas, el artista no solo deleitó, sino que también se hizo eco de sus luchas internas, convirtiendo su show en un refugio emocional.
En una noche que comenzó a las 21:30 con el vibrante Leitmotiv, Duki compartió el escenario con una banda estelar: Julián Montes, en el bajo y sintetizadores, ex integrante de la ATR Band junto a Catriel y Paco Amoroso; Andrés Vilanova, en la batería, conocido por su pasado en A.N.I.M.A.L y Carajo; y Yesan, también productor de Duki, YSY A y Sara Hebe. La interacción entre estos músicos y el artista generó un clima de complicidad y energía que electrizó a la audiencia, creando un vínculo único entre el escenario y la multitud.
Los aspectos visuales del evento se llevaron la ovación del público; un despliegue de luces y fuego intensificó cada tema, haciendo vibrar las almas presentes. Uno de los puntos culminantes fue la interpretación de Barro, donde Duki, con voz entrecortada, se conectó con sus propias heridas y miedos, homenajeando a la leyenda del rock argentino, el Flaco Spinetta, al tener la audacia de samplear la frase: “si no canto lo que siento, me voy a morir por dentro” de Barro Tal Vez. Esta manifestación de vulnerabilidad culminó en un mar de lágrimas, un momento desgarrador que reflejó el verdadero espíritu del artista.
El show se estructuró en un principio minimalista, donde la caja de ritmos marcaba el compás de la noche, pero la intensidad escaló cuando la banda se unió con mayor virulencia a partir de Goteo, dotando al recital de una auténtica “polenta”. La versatilidad de Duki brilló en los interludios introspectivos con canciones como Me enseñaste y Ticket, donde la guitarra acústica ofreció un susurro entre los gritos de la multitud.
Con cada agradecimiento, Duki no solo reconoció la lealtad de sus seguidores, sino que también compartió reflexiones sobre el peso que conlleva la popularidad y cómo teme por el bienestar de su familia. En la audiencia, se encontraban su madre Sandra y su pareja, Emilia Mernes, juntos como el soporte incondicional que todo artista desea. La energía del público, sus “diablos y diablas”, que coreaban su nombre y su apodo, generó una atmósfera que rompió barreras y tejió un lazo indisoluble entre el artista y su gente.
Casi al final de la noche, Duki, siempre impredecible, cumplió el sueño de una fanática de 17 años, llevándola al escenario durante Givenchy. Juntos, disfrutaron de ese momento efímero que los dos recordarán para siempre; un cierre eufórico con Nueva Era, que dejó en el aire la promesa de nuevos comienzos. En esta experiencia, Duki no solo se alzó como un referente del trap, sino como un verdadero intérprete de emociones que sabe cómo conectar y movilizar a su audiencia.