Recuerdos de Cromañón: Reflexiones a 19 años del trágico recital de Callejeros que marcó una era

Cincuenta mil horas de llanto, gritos y memoria nos conducen a un momento desgarrador: el 30 de diciembre marca un hito oscuro en la historia de nuestro rock nacional; 20 años de la Tragedia de Cromañón. Este trágico acontecimiento, que se cobró 194 vidas y dejó huellas imborrables en la comunidad rockera, merece ser recordado y analizado con la seriedad que implica.

La noche fatídica se desarrolló en el boliche República Cromañón, en Bartolomé Mitre al 3060, donde el grupo Callejeros brindaba un show a un público desbordante, que superó el aforo permitido con más de 3500 almas dentro. Entre un entramado de corrupción y negligencia criminal, se tejió un escenario de terror. Las puertas, cerradas para impedir el ingreso de más personas, se transformaron en trampas mortales, y el local carecía de planos de evacuación adecuados debido a irregularidades en su habilitación.

La pesadilla comenzó al encenderse una bengala, originando un incendio que liberó gases mortales que ahogaron a las víctimas. Pero este horror apenas se sumó a un cuadro de desidia: las salidas de emergencia estaban selladas y los equipos de seguridad eran una mera ilusión. Historias de valentía se entrelazan con tragedia, y algunos que intentaron rescatar a sus seres queridos jamás volvieron a ver la luz.

El fiscal Fabián Céliz dejó en claro que “La corrupción fue la génesis de la tragedia”, señalando a 15 culpables entre ellos a los responsables del local —Rafael Levy y Omar Chabán—, así como a integrantes de Callejeros, funcionarios y policías que facilitaron la habilitación del recinto sin observar los mínimos requisitos de seguridad. Entre estos, el caso de Eduardo Vázquez, el baterista de la banda, quien aunque actualmente se encuentra tras las rejas, no por Cromañón sino por un femicidio, nos recuerda que la oscuridad puede manifestarse de múltiples formas.

El impacto de la tragedia se extendió más allá del horror inmediato, tocando el núcleo del gobierno porteño. El entonces jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, fue destituido por su responsabilidad en las habilitaciones irregulares, marcando un precedente: la separación de un funcionario en medio de la crisis más devastadora de la reforma cultural en Buenos Aires.

Después de la tragedia, el boliche de Once se convirtió en un espacio de duelo y reflexión; no volverá a abrir sus puertas. En 2022, se aprobó una ley que expropió el local con el objetivo de transformarlo en un espacio para la memoria, en un intento de que el recuerdo de esas 194 almas nunca se borre. Mientras tanto, las familias de las víctimas siguen peleando por justicia y reconocimiento, en un camino marcado por el dolor y la lucha por respuestas que nunca llegan.