Omar Chabán: Entre el Estigma y la Verdad — La Trama Oculta del Drama de Cromañón

Publicado: 30 / 12 /2024
Omar Chaban, en el juicio
Omar Chaban, en el juicio oral en el que terminó condenado (Télam)

Aquel parpadeo desgarrador en el tiempo: “No sean pelotudos. No tiren bengalas. Si alguien prende algo, nos morimos todos”. Esas palabras de Omar Emir Chabán, lleno de una extraña mezcla de autoridad y terror, resonaron en un boliche desbordante de energía y eufórica inocencia. Eran las 22:30 del 30 de diciembre de 2004, y a su advertencia le seguirían dos miserables minutos y medio de música, risas y acordes antes de que la tragedia reclamara su cruel cuota de violencia: 194 almas se extinguieron en una noche que dejó al rock argentino paralizado.

Tres datos relevantes sobre la tragedia de Cromañón:

  • 194 muertes: Fue el saldo de una noche fatídica en la que un incendio desatado por una bengala acabó con la vida de cientos, generando un eco desgarrador en el mundo del rock.
  • Omar Chabán como chivo expiatorio: A pesar de ser el gerente del lugar, Chabán se convirtió en el símbolo del culpable absoluto, con la justicia señalando su responsabilidad en las omisiones de seguridad que cobraron vidas.
  • Un legado sombrío: La tragedia transformó la percepción de los recitales en Argentina, marcando un antes y un después en la tumultuosa relación entre el público y la seguridad en el rock nacional.

Hacia el ocaso de aquel año, cuando el vínculo entre música y vida parecía inquebrantable, el fuego se llevó la euforia, adentrándose en el corazón de una comunidad que había vivido la noche para celebrar. Chabán recordaría eternamente la secuencia de horror que se desató, un destello de humo y gritos que lo perseguirían: “Me convertí en una especie de talismán del mal”. Nunca se conoció con certeza quien fue el responsable del lanzamiento de la fatal bengala, pero sí se perfiló al dueño del local como el gran culpable de las omisiones fatales, ocultando su verdadero efecto: el drama humano y la desolación del duelo.

En medio de la vorágine, Callejeros, la banda que se presentaba esa noche, también quedaría marcada por el estigma de la tragedia. Pato Fontanet, su voz, se transformó en un eco de angustia cuando preguntó al público: “¿Se van a portar bien?”. La respuesta, que en ese entonces resonó como un grito de negación, se tornó en un lamento que no cesaría nunca.

Omar Chabán: Un hijo de inmigrantes sirios, forjador de un imperio en los 80, creador de espacios que luego habrían de contener la cultura del rock, sus palabras, “Soy un genio, pero derrotado”, dejaron una huella imborrable. Inauguró Cromañón con gran expectativa, pero fue testigo del colapso de la esperanza, convirtiéndose en un sinónimo de tragedia.

La noche del 30 de diciembre se encuadra como un martillo en el tiempo, donde la diversión se tornó en cenizas, y en medio de este caos humanos, los medios gritaron su dolor en titulares, indagando en los abismos de la culpa compartida. Desde su arresto y juicios sucesivos hasta su condena de 20 años, Chabán siempre se sintió atrapado en la telaraña de la tragedia: “Los tres pendejos que quemaron el lugar son los responsables”, clamó, intentando descifrar los laberintos de su propia mente y la memoria colectiva.

La sentencia de muerte y renacimiento: Sus últimos días en la lucha contra una enfermedad que no entendía lo llevaron a reflexionar sobre su rol en el desastre, en un último suspiro que quedó marcado como un eco eterno de lamento, hasta el día de su muerte el 17 de noviembre de 2014. “Quería vivir para poder cumplir mi condena”, dejó dicho en su agónica lucha con un destino que ya le había cerrado todas las puertas.

La sombra de Cromañón sigue atrapando el presente de manera feraz, el dolor de los que quedaron atrás se mezcla con la historia del rock argentino, urgiendo respuestas que nunca llegan. A través de estas líneas, evocamos la historia de una tragedia que definió una era, recordando que en la música hay vida, amor… pero también fuego.

Este texto, riendo de la pluma de Gloria Guerrero, busca narrar la tragedia con la fuerza y el impacto que el suceso merece, resaltando las historias humanas detrás del horror y el rock argentino.

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