Nuevo decreto complica el trámite para los argentinos.

Publicado: 28 / 03 /2025

El Gobierno Italiano toma un giro drástico en sus leyes de ciudadanía. Este viernes, una medida desafiante deja a miles de argentinos en la estacada, aquellos que habían trazado un hilo de esperanza en su historia familiar para obtener el anhelado pasaporte italiano.

Desde hace algunos años, el pasaporte europeo se transformó en el sueño de incontables descendientes de inmigrantes que arribaron a nuestras tierras desde el Viejo Continente. La ciudadanía italiana, en contraposición a la española, se erigía como la más accesible, hasta que un repentino incremento de obstáculos transformó el proceso ya de por sí engorroso en un laberinto interminable, dificultando los turnos en los consulados.

Ahora, el camino hacia el passaporto rosso se ha tornado aún más intrincado. A partir de esta fecha fatídica para miles de argentinos, no habrá salida.

Hasta hoy, cualquier persona capaz de demostrar ser descendiente de un ancestro italiano que vivió después del 17 de marzo de 1861, cuando se constituyó el Reino de Italia, podía presentar su solicitud. Este principio, conocido como ius sanguinis (derecho de sangre), ha cambiado radicalmente con la reciente decisión del Consejo de Ministros. En un movimiento similar a un decreto de necesidad y urgencia (DNU) argentino, la normativa se implementa de inmediato, aunque el Parlamento tiene ahora la potestad de revisarla.

A partir de este momento, solo aquellos con al menos un padre o un abuelo italiano podrán tramitar su ciudadanía por descendencia. No se podrá rastrear más atrás en la línea de sangre en busca de un ancestro que transmita el derecho a la ciudadanía.

Según la agencia Reuters, el ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Antonio Tajani, argumentó que el sistema estaba siendo abusado, con aspirantes a italianos abarrotando los consulados en el extranjero con solicitudes de pasaportes, cuyo poder permite la entrada sin visa a más países que prácticamente cualquier otra nacionalidad.

Por ende, como se mencionó, en el futuro solo aquellos con al menos uno de sus padres o abuelos nacidos en Italia podrán obtener la ciudadanía automáticamente por descendencia.

Ser ciudadano italiano es algo serio. No es un juego para conseguir un pasaporte que te permita ir de compras a Miami,” declaró Tajani durante una conferencia de prensa. A diferencia de los argentinos, los ciudadanos italianos solo necesitan el trámite de la ESTA para ingresar a Estados Unidos, esquivando así el engorroso proceso de visa.

El Ministerio de Asuntos Exteriores también afirmó que hubo un aumento en la cantidad de personas en el extranjero a las que se les ha concedido la ciudadanía, especialmente en Sudamérica, donde millones de italianos emigraron en los siglos XIX y XX en busca de mejores oportunidades, escapando muchas veces de la pobreza extrema que asolaba su país.

Medios italianos, como el Corriere della Sera, ejemplifican este cambio con el “caso Messi”. El astro del fútbol argentino posee triple ciudadanía (argentina, española e italiana) gracias a su tatarabuelo que emigró de Recanati a Argentina a finales del siglo XIX. Este es el símbolo de lo que ahora se le niega a muchos.

La ley que dejó de estar vigente

Los argentinos –y ciudadanos de otros países– podían obtener la ciudadanía italiana incluso en la tercera o cuarta generación gracias a una ley de 1992. Esta norma se sustentaba en el principio de ius sanguinis, permitiendo que los descendientes de emigrantes italianos reclamaran su ciudadanía.

Este acceso se tradujo en que descendientes de segunda, tercera y hasta cuarta generación de italianos pudieran ser declarados italianos por filiación. “Desde 2014, se registró un verdadero auge, con el número de italianos ‘oriundos’ que pasó de 4,6 millones a 6,4 millones,” reportó el Corriere della Sera.

Este aumento también se vio reflejado en Argentina, donde los trámites de reconocimiento de ciudadanía se dispararon: “Pasaron de casi 20.000 reconocimientos en 2023 a 30.000 el año siguiente,” detalló el medio italiano. En Brasil, se pasó de 14.000 a 20.000 entre 2022 y 2024, mientras que Venezuela contabilizó casi 8.000 trámites solo en 2023. “Las estimaciones sugieren que entre 60 y 80 millones de personas en el mundo podrían solicitar su ciudadanía con la ley vigente,” advirtieron.

Desde Italia, se sostiene que esta decisión podría descongestionar los colapsados consulados en el exterior, siendo el consulado de Buenos Aires un claro ejemplo de las esperas interminables para realizar trámites. Sin embargo, surge un nuevo punto de incertidumbre: el reconocimiento no se centralizará más en los consulados locales, sino en el Ministerio de Asuntos Exteriores en Roma, lo que podría agregar más complejidad al proceso.

“Desde la medianoche, ya no se puede solicitar más la ciudadanía bajo las reglas antiguas, sólo los que tienen abuelos italianos,” enfatizó el ministro.

El golpe previo

El primer golpe a las oportunidades de tramitar la ciudadanía italiana ocurrió en octubre, cuando el Ministerio del Interior de Italia, a raíz de dos fallos del Tribunal de Casación de Roma, cambió la doctrina para su solicitud.

La circular N° 43.347 introdujo una nueva interpretación del ius sanguinis que consideraba que si el antepasado italiano emigró y se naturalizó (en este caso, argentino), cuando su hijo era menor de edad, “provocó” que su descendencia también perdiera la ciudadanía italiana.

Por ejemplo, si ese hijo menor de 18 años debía seguir la ciudadanía del padre que dejó de ser italiano al naturalizarse en Argentina, entonces, según la circolare, al ser menor, está subordinado a la patria potestad de su padre (quien queda autorizado para decidir sobre su hijo).

Así, si el ancestro se nacionaliza como ciudadano extranjero mientras los hijos son menores de edad, y estos no reclamaron la ciudadanía entre los 21 y 22 años, también perderían automáticamente la ciudadanía italiana, al igual que el ancestro.

Source link