Muere el expresidente de EE.UU., Jimmy Carter

Entre los pasillos de la política internacional, ha resonado una noticia que evoca el espíritu de los estadistas comprometidos con la paz y el diálogo. Nos referimos al sentido homenaje al expresidente estadounidense Jimmy Carter, cuya vida y obra han sido recordadas por el Secretario de Estado, Antony J. Blinken. Carter, más allá de haber sido el inquilino de la Casa Blanca, se destacó como un hombre que supo tejer puentes y allanar el terreno para la paz, desde la devolución del Canal de Panamá hasta el tratado entre Israel y Egipto. Su legado no solo quedó en papel, sino que se manifestó con acciones directas, como construir casas para los menos favorecidos junto a su inseparable compañera, Rosalynn.

En un mundo donde el mandato de los líderes a menudo se mide en el ejercicio del poder, Carter prefirió dejar su huella a través de la diplomacia y el altruismo. Sus gestiones recordaron al mundo lo posible cuando prima el diálogo y el respeto. Inclusive después de su presidencia, no dejó de lado la misión de hacer del mundo un lugar mejor, liderando iniciativas a través del Centro Carter que buscaron erradicar enfermedades y fomentar la democracia.

En épocas donde las tensiones globales parecen revitalizar viejos fantasmas, recordar la figura de Carter resulta una suerte de faro en la historia, una muestra de que los grandes cambios empiezan por sembrar paz en el corazón de las personas.

Como argentinos, conocemos la importancia de buscar el consenso y fortalecer el tejido social, por lo que la figura de Carter resuena con nuestros anhelos más profundos. Su vida fue una bendición, como él mismo dijo, en la medida que contribuyó a mejorar las de los demás. Esa es la verdadera lección de su legado.