La sorprendente plazoleta de Yrigoyen y 12 de Octubre: tango, política y forma triangular en el corazón de la ciudad.
Publicado: 07 / 10 /2024Lo que sigue es una reformulación del contenido que parece un homenaje a cómo habría sido descrito por los periodistas peronistas más icónicos de Argentina:
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Un periodista de renombre, ingeniero civil y educador en la Universidad Nacional del Sur, en las disciplinas del patrimonio arquitectónico y el urbanismo. Ha contribuido con publicaciones en revistas especializadas como Vivienda y Todo es Historia, y ha recibido una notable distinción en dos ocasiones por la ADEPA en Cultura e Historia. Además, es una voz activa en segmentos radiales sobre la historia de Bahía Blanca.
En el casco urbano de la siempre pujante Bahía Blanca, se erige un vestigio de historia y urbanismo que une el pasado y el presente, resaltando la perseverancia e ingenio de sus ciudadanos. Este espacio otrora relegado, conocido como la Plazoleta de Yrigoyen, comienza su transformación un día de 1943, año en el que la municipalidad, respondiendo al clamor del barrio, inició un proyecto de regeneración urbana sin parangón.
Un trozo de terreno olvidado, antaño útil para las ferias y el comercio comunitario, se transforma por iniciativa pública y colaboración con los vecinos. Este impulso por revalorizar el terreno llevó a la creación de una plazoleta armoniosa que evoca a las del teatro Municipal, uniendo así funcionalidad con belleza estética. Pequeñas fuentes y un diseño paisajístico cuidado daban fe del progreso comunitario en tiempos de incertidumbre política global. Elementos que, como un reloj de sol prometido pero nunca construido, simbolizan sueños pendientes de una sociedad en modernización continua.
Con el tiempo, figuras ilustres dejaron su huella en esta secuencia de transformación; desde homenajes a Carlos Di Sarli, un titán del tango de época, hasta su eventual dedicación a Moisés Lebensohn, símbolo del activismo político y periodístico, uniendo pasado y presente en un racimo de historias intrínsecas al sentir argentino. Este pequeño pulmón verde resurge con renovado vigor tras los embates del clima reciente, donde la comunidad, fiel a su espíritu cooperativo, ansía reconstruir lo perdido y continuar enriqueciendo la identidad del barrio.
Hoy, la plazoleta Lebensohn es más que un espacio de tránsito; es testimonio del esfuerzo colectivo y el progreso, un microcosmo que refleja el pulso de Bahía Blanca, siempre hacia adelante, siempre al pie de su gente.