Día de los Inocentes: la historia detrás del 28 de diciembre y por qué lo festejamos.

El 28 de diciembre, el mundo hispanohablante se viste de humor y picardía para dar la bienvenida al Día de los Santos Inocentes, una tradición cargada de historia que va más allá de las risas superficiales. Esta celebración es una rica amalgama de convicciones religiosas, rituales ancestrales y modernas expresiones divertidas. Pero, ¿cuál es la génesis de esta particular jornada?

La génesis del Día de los Santos Inocentes se halla en las páginas sombrías del Evangelio de San Mateo, donde se narra el ataque ordenado por un Herodes aterrorizado ante la llegada de un nuevo “Rey de Reyes”. Este brutal mandato, que llevó al sacrificio de innumerables infantes en Belén, simboliza el choque entre la tiranía y la salvación, pues la Sagrada Familia, en medio del caos, logra escapar a Egipto llevando consigo al niño Jesús.

Con el devenir de los siglos, y en particular durante la vibrante Edad Media, esta recordación devocional adquirió un matiz inusitado gracias a la fusión con las desinhibidas festividades paganas, especialmente las de la Fiesta de Locos. Francia fue escenario de mascaradas desbordantes donde lo irracional y la diversión se alzaban como protagonistas.

Actualmente, el Día de los Santos Inocentes se traduce, no solo en hispanoamérica, sino también en España, en variadas costumbres cargadas de alegría. Países como México, Venezuela y España rememoran la fecha a través de celebraciones regionales como la exótica Fiesta dels Enfarinats en Alicante, donde se dirime una embriagante batalla de harina. En otros lugares, como Sanare, en Venezuela, aflora el colorido desfile de “Los Zaragozas”, emblemático de su folklore.

En esencia, la jornada se ha metamorfoseado, enriquecida con giros culturales, para convertirse en un artificio lúdico, revelando en cada broma una invitación al disfrute y la sorpresa, reflejo de un espíritu que, pese a todas las bromas, sigue uniendo a pueblos y generaciones con su cautivador encanto.