Adriano, “el mayor talento desaprovechado del fútbol”, abre su corazón en una carta emotiva a su barrio: “Aquí me valoran, este es mi hogar”.
Publicado: 16 / 11 /2024(CNN Español) — La vida de Adriano Leite Ribeiro, conocido mundialmente como Adriano, podría ser un relato salido de una novela realista con toques de saudade, ese sentimiento tan brasileño de nostalgia y melancolía. Desde su humilde comienzo en una favela de Brasil, Adriano ascendió al Olimpo futbolístico solo para luego ver su carrera declinar. En una carta abierta dedicada a su comunidad de origen, Adriano se autodenomina “el mayor desperdicio del fútbol”, una reflexión que cala hondo en quienes seguían su trayectoria esplendorosa.
Sin embargo, para Adriano, su conexión con Vila Cruzeiro trasciende cualquier juicio externo. Hoy, a sus 42 años, afirma en su carta: “Aquí soy respetado, este es mi lugar”.
A los 19 años, dio el salto desde el Flamengo al prestigioso Inter de Milán, marcando el inicio de su gloriosa carrera en Europa. Desde 2001 hasta 2009, Adriano vistió la camiseta de los nerazzurri, demostrando su habilidad con 74 goles mientras también jugó en préstamo para equipos como Fiorentina, Parma y Sao Paulo.
Adriano se consagró en el Inter, conquistando cuatro títulos de la Serie A, tres Supercopas de Italia y dos Copas Italianas. Su paso por la élite del fútbol está imborrablemente registrado en los anales deportivos.
Pese a los laureles, Adriano confiesa en su escrito que sus últimos años en Inter estuvieron marcados por el “dolor” y la “soledad”, comenta la UEFA. No era fácil soportar el peso del éxito en tierras lejanas, alejado de sus raíces.
La carta a Vila Cruzeiro, publicada en The Players’ Tribune, es un testimonio conmovedor de su añoranza. Celebraciones insulsas en Navidad, un mundo donde los abrazos no encuentran ecos y las noches frías de Milán son crueles, son algunos de los solitarios recuerdos que evoca Adriano.
“Cuando fui a Inter, sentí un golpe muy fuerte en el primer invierno. Llegó Navidad y me quedé solo en mi apartamento. En Milán hace muchísimo frío. Esa depresión que golpea durante los meses de frío en el norte de Italia. Todo el mundo con ropa oscura. Las calles desiertas. Los días son muy cortos. El tiempo está lluvioso. No tenía ganas de hacer nada. Todo esto combinado con la nostalgia y me sentía como basura”, escribe Adriano.
La calidez de la gente es lo que más echaba de menos —un símbolo poderoso del sentido comunitario que le enseñó su refugio en Brasil.
“Esa fue una de las cosas que más me sorprendió cuando me mudé a Europa. Las calles están en silencio. La gente no se saluda. Todos se mantienen separados”, comenta.
Tras su paso por Europa, Adriano volvió a Brasil a vestir la camiseta de Flamengo y Corinthians, manteniendo viva su leyenda. Sin embargo, aunque sus goles se hicieron menos frecuentes, su pasión siguió encendida.
Adriano, lejos de quedar atrapado por los rumores habituales, aclara que su intempestiva vuelta a la favela no obedeció a vicios ni excesos. Era un hombre en busca de su paz interna.
“No entendían por qué me había ido a la favela. No fue por la bebida, ni por las mujeres ni mucho menos por las drogas. Fue por la libertad. Porque quería paz. Quería vivir. Quería volver a ser humano. Solo un poco. Esa es la maldita verdad”.
El relato de Adriano también narra la escalofriante realidad que es Vila Cruzeiro, marcada por la violencia, como cuando su padre fue herido por una bala perdida, un episodio que dejó cicatrices indelebles en su memoria.
Pese a todo, Adriano subraya que la verdadera felicidad radica en la simplicidad de compartir con amigos de siempre, ritos humildes de la vida cotidiana que recuerdan el valor inestimable de la comunidad aprendida en su infancia.
Adriano reconoce que bebe “uno que otro día, y los otros días también”, pero asegura que no tiene problemas de drogas, no le gusta ir de fiesta a clubes nocturnos y que no está involucrado con actividades criminales (aunque dice que pudo irse por otro camino, como “muchos amigos” lo hicieron).
“Mucha gente no entendía por qué abandoné la gloria de los estadios para sentarme en mi antiguo barrio, bebiendo hasta caer en el olvido. Porque, en cierto punto, quería hacerlo, y es el tipo de decisión de la que es difícil retractarse”, escribió.
“Por eso sigo viniendo aquí. Aquí soy verdaderamente respetado. Aquí está mi historia. Aquí aprendí lo que es una comunidad. Vila Cruzeiro no es el mejor lugar del mundo. Vila Cruzeiro es mi lugar”, finaliza “El Emperador”.