Martín Fierro de Cine y Series: la primera entrega de APTRA como celebración del arte y la humanidad en resistencia.

Publicado: 23 / 10 /2024

Amparados por el espíritu de lucha y la esencia de la identidad nacional, los artistas y trabajadores de la cultura argentina se reunieron en la Usina del Arte para una noche que prometía premiar el talento, pero que terminó consolidándose como un manifiesto de resistencia frente a la tempestad política que embate el horizonte de la industria cultural y educativa en el país. Así, en la primera entrega de los premios Martín Fierro de Cine y Series, el evento se transformó en una plataforma para la defensa cerrada de la educación pública, la cultura, y la infraestructura vital para el cine nacional, como el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).

Quienes asistieron, desde grandes figuras de la actuación hasta técnicos de la industria, no dudaron en levantar la voz para reclamar justicia y protección para una cultura que consideran piedra angular de la identidad nacional. Los discursos que se pronunciaron allí desafían las políticas de ajuste y reafirman el derecho colectivo a una educación pública robusta y un cine pujante, incluso en los tiempos tumultuosos que el gobierno actual, encabezado por Javier Milei, promete.

Mirtha Legrand pidió que no se cierre el Incaa.

Desde el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, Ricardo Manetti, hasta la incombustible Mirtha Legrand, la velada retumbó con mensajes claros: el cine y la educación son piedras angulares de la nación que no se pueden erosionar. Manetti, al llevarse el galardón al mejor guión junto a los cineastas María Alché y Benjamín Naishtat por Puan, arremetió contra las políticas de desfinanciamiento que amenazan a las universidades. “Quienes tienen la responsabilidad de las políticas públicas están queriendo hacer desaparecer la universidad pública”, advirtió con firmeza, destacando la relevancia de no perder la autonomía universitaria.

Los discursos no quedaron en palabras vacías; en ellos resonaron las voces de los que han hecho del cine y la cultura su hogar. Norman Briski, entre aplausos, remarcó: “La ficción es una radiografía de la realidad. Nos están robando esa ficción”. Su llamado a la resistencia y las inversiones fue un eco de las demandas de una comunidad que ve en el arte una herramienta de transformación social y política. Briski, conocido por su espíritu contestatario, también mostró su solidaridad con causas internacionales, destacando su apoyo a Gaza en el conflicto palestino-israelí.

Las voces de los olvidados y las memorias del colectivo resonaron con fuerza. Graciela Borges aludió al valor intrínseco del cine argentino sin la métrica de la taquilla. Su clamor, “Nadie quiere hacer una mala película”, fue una invocación a la autenticidad artística en tiempos en que las cifras amenazan con definir la calidad.

Sin embargo, los silencios también hablaron. Destacadas figuras como Susana Giménez y Guillermo Francella optaron por apartarse del tono político, eligiendo la neutralidad en vez de involucrarse en el discurso beligerante.

El siempre apasionado Luis Brandoni, al recibir su premio a la trayectoria, optó por una afirmación de esperanza en el país, distanciándose de la crítica al gobierno. Mercedes Morán, en cambio, ondeó una bandera que proclamaba “Cine argentino, identidad y memoria”, dejando claro que el cine no es solo entretenimiento, sino un acto de resistencia y memoria colectiva.

Así, los premios Martín Fierro de Cine y Series se convirtieron en algo más que una entrega de premios: fueron un recordatorio de que en la Argentina, la cultura y la educación son fraguas de libertad y orgullo colectivo. Como bien expresó Natalia Oreiro, “Solo las personas que piensan en forma individual pueden creer que la salida no es colectiva”. En esa afirmación, residen la fuerza y el espíritu de una comunidad que, aunque acosada, se niega a resignarse.

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