Kevin Spacey, un depredador hastiado por su inclinación

Publicado: 14 / 06 /2024


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Pocas caídas en desgracia han sido tan vertiginosas como la de Kevin Spacey, un actor que pasó de estar en la cumbre de su Parnaso, venerado como pocos en su oficio, con dos Oscar en el zurrón y protagonista de una de las series del momento en Netflix, a ser descrito como un vil depredador sexual de adultos y menores antes de precipitarse a gran velocidad por una ladera de descrédito irreversible. Bien merecía el caso una disertación como la que estrenó Max hace unos días, un documental, Kevin Spacey: al descubierto, que no ha dejado indiferente ni al público ni al mismo actor.

Lejos de redimirle, la miniserie dirigida por Katherine Haywood le deja aún peor parado. Poco parecen pesar sus salidas airosas en tribunales. El documental en dos entregas de 50 minutos contiene entrevistas inéditas con 10 hombres, entre ellos un boxeador y un ex marine, que tuvieron encuentros con Spacey y que denuncian un escenario de abusos similar. Se acercaba a ellos y fingía un repentino interés por sus carreras pese a ser perfectos desconocidos en la industria. Les prometía trabajo y oportunidades en el cine y la televisión. De inmediato los incluía en su círculo íntimo, los invitaba a supuestas fiestas en su casa que en realidad no eran tal, les llamaba a cualquier hora buscando compañía, y cuando menos lo esperaban, les ponía en una situación tan comprometida como traumática.

El ex marine relata que Spacey le echó mano a la bragueta la primera vez que le conoció. Después, le citó en un cine en Santa Mónica e insistió en sus avances indeseados, pidiendo que le masturbara. Bien podría haberle partido la cara en ese instante, siendo un tipo corpulento y musculoso, pero en lugar de despertarle un impulso violento sintió vergüenza e impotencia, sin poder contener las lágrimas durante la entrevista. Es un sentimiento compartido entre sus víctimas, además de la idolatría hacia Spacey. Le consideraban poco menos que un dios hasta que entendieron su verdadera motivación.

Las denuncias abarcan casi cinco décadas y varios escenarios, desde el teatro Old Vic de Londres, donde estuvo de director artístico durante más de una década, hasta el set de rodaje de House of Cards, la brillante serie política que protagonizó para Netflix cuando estalló el escándalo en 2017, en la cúspide del movimiento #MeToo que ayudó a derrocar algunos de los abusos de poder en la industria del cine. Spacey creó un ambiente tóxico, convencido de que su aura de ser omnipotente le protegería siempre de los abusos.

Incluso hoy se defiende alegando que nada de lo que hizo fue ilegal, tras haber visto la docuserie que se estrenó primero en Reino Unido como una producción de Channel 4. “Simplemente vergonzoso, pero no criminal”, señaló el actor sobre sus actos en una entrevista con Dan Wootton.

Kevin Spacey, a la salida de su juicio en Londres, en julio de 2023.

Kevin Spacey, a la salida de su juicio en Londres, en julio de 2023.AP

“Me parece fascinante que Kevin saliera y dijera: ‘Bueno, no es ilegal'”, dijo Haywood a The Hollywood Reporter. “Porque si viera el programa vería que nosotros también decimos: ‘Puede que no sea ilegal, pero es realmente doloroso, dañino y no es moral ni éticamente aceptable‘”.

Su trabajo va más allá del carácter depredador de Spacey. Interesante resulta el aparente rechazo que sentía -o quizá aún siente- por su condición de homosexual y el enconado esfuerzo que hizo durante décadas por ocultarlo, incluso con los hombres de los que trató de abusar. “Perdió los nervios, gritando por teléfono, cuando insinué que era gay”, relata una de sus presuntas víctimas. “Sentí pena por él, por no poder ser tú mismo. Es un asco estar así”.

Spacey Unmasked, el título original en inglés, ve la luz menos de un año después de que el actor fuera absuelto por la Justicia británica en un juicio por asalto sexual a cuatro hombres, unas acusaciones que el de Nueva Jersey negó por activa y por pasiva. Uno de ellos, cuyo nombre no ha sido revelado, describió cómo el protagonista de Glengarry Glenn Rose le agarró los testículos con fuerza mientras conducía, lo que estuvo cerca de provocar un accidente. Otro insistió en que el intérprete le había dado alcohol y marihuana antes de besarle en el cuello y acariciarle sus partes íntimas, versiones que no pudieron ser usadas contra él en el juicio.

Salió indemne también en el siguiente litigio, un caso de agresión sexual en Nueva York en el que el denunciante, Anthony Rapp, le acusó de haber abusado de él en una fiesta en Manhattan en los años 80, cuando solo tenía 14 años. Fue ese testimonio, acompañado después de la denuncia de otra treintena de presuntas víctimas, lo que llevó a Spacey a disculparse y a reconocer en público lo que hasta entonces había sido su secreto mejor guardado: su homosexualidad.

En su más reciente entrevista del pasado 3 de mayo reconoce que se ha disculpado en numerosas ocasiones con mucha gente, aunque Haywood le reprocha el no haberlo hecho con ninguno de los 10 hombres que aparecen en el documental. “Creo que probablemente podría hacer un poco más de examen de conciencia y pensar en su comportamiento”, apostilla la realizadora.

Más allá del veredicto de los tribunales, Spacey ya ha recibido un castigo ejemplar. En los siete años que han transcurrido desde que salieron a la luz las primeras acusaciones, apenas ha vuelto a trabajar. Parece poco probable que pueda volver a hacerlo en circunstancias normales. La imagen que durante tanto tiempo se empeñó en proteger y cultivar sigue siendo hoy la de un jarrón roto en mil pedazos.





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